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CLAVES PARA EVITAR LA DEPRESIÓN POST-MIGRACIÓN


En tiempos recientes, emigrar se ha convertido en un fenómeno cada vez más común. No cabe duda de que es un proceso emocionalmente complejo ya que conlleva desprenderse de muchas cosas, aunado a la incertidumbre de no saber "con qué nos vamos a encontrar en el país destino", por muchas veces que se haya visitado el mismo como turista.

En lo particular durante estos últimos cinco años, he experimentado dos procesos migratorios desde que salí de mi país, Venezuela, en el año 2011, ambos bajo diferentes condiciones. Por eso sé de primera mano que la disposición para aceptar las adversidades y la creatividad para solventarlas es un factor determinante.

Por supuesto que no todo ha sido perfecto. Sin embargo, lo importante no es negar la emoción, o fingir que todo marcha sobre ruedas aunque estemos sintiendo que el mundo se nos viene abajo. Sino detenernos a pensar qué está tratando de decirnos sobre nosotros eso que estamos sintiendo.

Se trata de no permitir que nuestros pensamientos sean secuestrados por las preocupaciones, impidiéndonos pensar y actuar en consecuencia, sino al contrario, extraer de la circunstancia el máximo aprendizaje para invertirlo en la construcción de un futuro.

He aquí ocho claves que quiero compartirles para sobrellevar el impacto emocional y evitar que la depresión y la ansiedad se apoderen de nosotros durante el proceso.

1.- Ser flexible. Estar dispuestos a deshacernos de algunas creencias, que seguramente en esta nueva etapa de nuestras vidas, ya no serán de utilidad. Como aquella de pensar que ya sabemos todo y que por ende ya no hay mucho más que aprender. Creer que las cosas no cambian, resistirnos a incorporar nuevos hábitos o costumbres, o sacar conclusiones precipitadas sobre aquellos quienes nos rodean sin darnos el permiso tan siquiera de conocerlos. No aferrarnos a nuestras creencias disminuye la posibilidad de un conflicto emocional interno y nos ayuda a armonizarnos con el entorno.

2.- Dejar de añorar lo que se dejó. No se trata de distanciarse de su gente o de olvidar sus costumbres. Se trata de estar cien por ciento presente en nuestra nueva vida, en este reto que decidimos emprender, y cuyo resultado dependerá de nuestra capacidad para ejecutarlo y comprometernos con el mismo. Compromiso que en ocasiones se ve mermado por la nostalgia que nos genera lo que se dejó en el país de origen. Esta ambivalencia de estar físicamente en un país pero mentalmente en otro es un caldo de cultivo para que se desate una depresión.

3.- Prepararse para enfrentar los cambios. En el país de destino probablemente ya no tendrás el reconocimiento profesional al que solías estar acostumbrado, por lo tanto, quizás necesites aprender un nuevo oficio, o darle un giro a tu carrera. Sin embargo, no te martirices pensando en lo que perdiste, al contrario, aprovecha esta oportunidad que la vida te brinda para acudir a tu banco de habilidades y destrezas, algunas quizás olvidadas, por haber pasado mucho tiempo en su zona de confort.

4.- Tener un propósito. Si tienes que hacer algo que no te gusta o te apasione, velo como una vía para lograr tu propósito, pero no lo pierdas de vista. Recuerda que nada es permanente y que tienes la opción de elegir qué actitud tomar. Reconócelo como un periodo de transición que solo tu decidirás cuánto durará, dependiendo del tiempo que dediques a convertir tu sueño en realidad.

5.- Mantente activo. Mientras se está en la búsqueda de trabajo es probable que se tenga un exceso de tiempo de libre al cual no se está acostumbrado. Conviene aprender a llenar este espacio de forma constructiva y creativa. Aislarse o volverse sedentario puede atentar contra tu salud física y mental. Mantén tu mente activa generando ideas, quizás sobre un nuevo proyecto o adquiriendo nuevos conocimientos. Esto es clave para prevenir cuadros de ansiedad, irritabilidad y depresión.

6.- Ninguna decisión está escrita sobre piedra. Es decir, que aunque llevas un plan, ese plan puede cambiar si en el camino te das cuenta de que no funciona. No asumas este cambio de rumbo como un fracaso.

7.- Intégrate. No te refugies en la queja, enfócate más bien en las muchas cosas positivas que tienes a tu alrededor. Procura entender la cultura del nuevo país, sus normas sociales, sus leyes y las obligaciones que te corresponden.

8.- Acepta que la incertidumbre es parte de la vida. Por lo tanto, es imposible anticiparse a todos los escenarios. Trata de anclarte al momento presente, por más que tu mente te quiera llevar al futuro para verlo con preocupación y ansiedad. Ten presente que muchas de las cosas que hoy te inquietan y sus posibles respuestas, pueden cambiar en el futuro pues nada está escrito.

No cabe duda de que emigrar significa un gran reto e involucra costos, no solo económicos, sino también emocionales y en algunos casos psicológicos, que aunque mucho de ellos no se pueden predecir, el saber que pueden existir nos hace estar mejor preparados para cuando se presenten.

En todo caso, no debemos asumir el proceso como un sacrificio, pues esto le da una connotación de pérdida en lugar de verlo como una decisión.

Por último, recuerda que siempre es válido cambiar de decisión, incluyendo regresar a tu país de origen. Sintiendo orgullo de todo el aprendizaje adquirido, con la seguridad de que te has transformado en una versión de ti mismo, con una percepción del mundo más amplia que te permitirá emprender una nueva vida.


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