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CUATRO CLAVES PARA SIMPLIFICAR TU VIDA


Si queremos empezar a construir nuestra felicidad, debemos eliminar de nuestra vida todo aquello que lejos de ayudarnos a mantenernos motivados, inspirados o simplemente a estar en paz, nos aleja de nuestro objetivo.

Si estamos preocupados pensando en la cantidad de actividades que tenemos que realizar o en la cantidad de situaciones que tenemos que resolver, muy probablemente no tendremos el tiempo para pensar, ni para construir nuestra felicidad. Y no se trata de solo dedicar tiempo a lo que nos gusta, y dejar de un lado lo que no, pues aunque suena muy tentador, siempre hay asuntos que por mucho que no nos agraden requieren nuestra atención. Se trata de darle prioridad a aquello que nos ayudará a tener una vida más armoniosa y por ende a experimentar la felicidad. Ten presente que somos los protagonistas de esta telenovela que se llama “nuestra vida” y somos los únicos responsables de escribir su guion.

También hay ciertas actitudes que adoptamos ante la vida que nos alejan de nuestra felicidad y que atraen como abejas al panal a los ladrones de la felicidad. En mi caso, por ejemplo, desde hace algún tiempo me he vuelto experta en restarle valor y tiempo de dedicación a todo aquello que me mantiene alejada de una vida armónica. Si desde el principio detecto que algo o alguien pueden romper con esa armonía, huyo a toda prisa. Las confusiones y los conflictos son situaciones que me alejan de la felicidad y no agregan valor a mi vida, así que los evito cada vez que puedo. Debemos hacer elecciones conscientes y negarnos a experimentar cualquier cosa que nos aleje de nuestro propósito de vivir una vida conectados con el espíritu.

Como dijo Hans Hofmann, pintor alemán del siglo pasado: "La habilidad de simplificar significa eliminar lo innecesario para que lo necesario pueda hablar".

Te doy mi lista de las cosas que desde hace algún tiempo he tratado de mantener alejadas de mi vida y que al hacerlo me han permitido mantener una actitud profelicidad.

1.- Aléjate de personas complicadas o conflictivas.

Tienes todo el derecho de elegir con quién quieres estar, así que rodéate de personas que tengan el mismo entusiasmo por la vida que estas adquiriendo tú. Hay personas a quienes el conflicto los fortalece y los llena de energía, por lo tanto si no tienen un conflicto lo buscan ¡huye de ellas a toda velocidad! No es necesario que las juzgues o que las rechaces de una manera brusca, simplemente ofréceles una bendición en silencio y aléjate de su energía tan pronto como te sea posible.

2.- No asumas más responsabilidades de las que realmente puedes manejar.

Nos encanta sentirnos indispensables, a nuestro ego le encanta sentirse necesitado, por eso muchas veces adquirimos compromisos que de antemano sabemos que nos resultará difícil cumplir, pero igual lo hacemos porque sentimos que decir que "no" no estaría bien visto o generaría un disgusto hacia nosotros en quien está solicitando el favor y, por supuesto, preferimos entonces cargar con nuestra cruz, sintiéndonos exhaustos física y mentalmente, además de muy molestos con nosotros mismos por no haber dicho un "no" en el momento indicado.

3.- Evita las deudas.

Me refiero a evitar esas deudas en las que a veces nos enredamos para adquirir cosas que realmente no necesitamos. Si hay algo que te gusta, pero no puedes comprarlo en este momento, es preferible que pospongas su compra para cuando realmente puedas pagarlo. Las deudas nos restan tranquilidad y nos producen ansiedad, pues probablemente para pagarlas caeremos en comportamientos que nos generarán estrés, como por ejemplo, trabajar más horas de lo que usualmente hacemos o endeudarnos con terceros. Estos nos restará tiempo físico para dedicarle a otras actividades que sí nos acercan a nuestra felicidad. Ten presente que mucha de las cosas que adquirimos son para satisfacer nuestro ego, por lo tanto a veces podemos prescindir de ellas. Como bien lo dijo San Agustín: “No es más rico el que más tiene, sino el que menos necesita”.

4.- Toma acción y da el primer paso.

A veces tenemos una lista interminable de cosas por hacer, bien sea en nuestra mente o anotadas en un papel y cada vez que pensamos en ello o vemos la lista, nos causa estrés. Sin embargo no es lo que hay en tu lista lo que te causa estrés, es saber lo que tienes que hacer, y no hacerlo. Lo que te genera el estrés es tu falta de acción. A veces las mejores soluciones son las menos complicadas, pero mientras no lo hagas te encontrarás girando en torno a lo que tienes que hacer, lleno de angustia y ansiedad. La clave es dar el primer paso.


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